Los pibes se plantan

Es martes, son las once de la mañana y en el patio del colegio Fernando Fader del barrio de Flores hay más de cincuenta adolescentes dando vueltas. Algunos llevan baldes con agua y lavandina, otros pintura. Un grupito termina de pegar mosaicos en un cantero, mientras cinco chicas estudian sentadas en unos escalones. Dos pibes juegan en una mesa de ping-pong, una piba de pelo azul grita por megáfono que está por empezar la clase de idiomas y otra pasa pidiendo dinero para murales. Suena el RING del timbre, pero nadie le presta atención. Es el quinto día de toma en la escuela, el primero sin lluvia y quieren aprovechar para hacer todas las actividades al aire libre.

 

Cami está sentada en una silla escolar que arrastró hasta el centro del patio donde pega el sol. Tiene 19 años, cursa el sexto en la escuela, lleva el pelo largo y lacio recogido en un rodete alto que suelta y vuelve atar mientras habla:

 

—El día que tomamos vino la supervisora y nos dijo que no teníamos que preocuparnos, que por más que haya una reforma escolar no íbamos a perder el sexto año ni nuestro título, pero en las reuniones en el Ministerio no nos dijeron lo mismo, no hay información, dice.

 

Y es que el valor del título del colegio es alto: es el único técnico de Latinoamérica especializado en Publicidad, Diseño de Interiores y Artesanías Aplicadas. Aquí los chicos aprenden desde dibujo técnico y realización de maquetas a coser libros de forma artesanal, dibujar desnudos y moldear metales.

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“Lo que queremos es información, saber qué se está planeando porqué se aplica sobre nuestra educación”, dice Cami y la interrumpe una chica:

 

—¿Quién está a cargo de las actividades?

—Cata— contesta ella.

—Hay gente de la asamblea del Corralón de Floresta en la puerta. Quieren venir a dar su apoyo y una charla

—Creo que fue a bañarse a su casa y ahora vuelve. Espérame que ya salgo y hablamos.

 

Desde hace días que las chicas duermen junto a otras 18 adolescentes en una de las cinco aulas del primer piso colmadas de bolsas de dormir y colchones inflables. El Fader es uno de los 31 colegios tomados en la Ciudad de Buenos Aires: reclaman por el plan Secundaria del Futuro que busca implementar el gobierno porteño y que comenzará a aplicarse en marzo del año que viene en las escuelas de la ciudad.

 

La reforma se plantea como un cambio de paradigma en la educación: pasar de un enfoque centrado en el aprendizaje de contenidos a uno que busque potenciar las capacidades de desenvolvimiento de los jóvenes. El docente deja las clases magistrales para volverse un “facilitador”, los alumnos deben trabajar el conocimiento de forma autónoma y colaborativa con ayuda de nuevas tecnologías y plataformas adaptativas con estructuras lúdicas. Se elimina el sistema de calificación numérica, las doce asignaturas pasan a ser cuatro áreas y en vez de un programa unificado hay un Plan Personal de Trabajo para cada uno de los 84.845 jóvenes. El último año los estudiantes pasarán la mitad del tiempo escolar en el colegio y la otra en empresas y organizaciones según sus intereses.

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